“El ejemplo que da la Sagrada Familia nos lleva a reconocer
que Dios existe y que sin él no somos nada.”
Domingo
29 de Diciembre del 2024. 8:20 p.
Fiesta de la Sagrada Familia.
¡Queridos
hijos de mi corazón!
Hoy
quiero que comprendan la importancia de la Sagrada Familia y es a través de
este Legajo que lo haré:
“La Sagrada
Familia de Jesús, María y José como modelo de una buena familia”.
Una Buena
familia se basa en el amor, aquel amor que sobre todo puede sobreponerse ante
cualquier circunstancia adversa. La adversidad estuvo envuelta en la Sagrada
familia, ya que desde el nacimiento del niño Jesús estaba predestinado que
sufriría mucho. Primero la persecución de Herodes que quiso matarlo ante la
inminencia de saberse derrotado en su reino. El reino de Dios ha venido a
proclamar la buena nueva, esa que arranca desde el momento de la concepción
hasta la muerte y resurrección de Cristo que vino a darnos la plenitud del alma
con la derrota del maligno.
María pues,
fiel servidora de Dios se esposa con José sabiendo que en su seno virginal se
gesta un niño. Pero ese niño era la señal para el Mundo. Fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo y es el elegido de Dios, como su unigénito, que
viene a hacerse carne en María. María dócil a Dios ha aceptado la concepción
del varón que habría de traer la salvación al Mundo. Este pequeño es recibido
con amor por José que acepta esposarse con María sabiendo que durante su
matrimonio deben permanecer castos y vírgenes. Al reconocer al hijo del hombre,
Dios ha puesto en su hijo la señal para el Mundo que ha traído luz.
La ambición
de muchos hombres de esa época pusieron en riesgo la vida del niño, porque a su
nacimiento era asediado para matarlo. Ya María y José habían aceptado el don de
Dios de traer al mundo a un niño, el elegido, el unigénito de Dios altísimo que
había sido escogido para derrotar al enemigo del Mundo, Satanás. María y José,
en su pobreza quisieron acariciar la benevolencia de Dios con gratitud y
alabarlo por su gesto amoroso de haberlos elegido como la pareja ideal para ser
la familia de Jesús.
Jesús es
puesto a prueba en varias circunstancias de su vida. El peligro inminente al
que era expuesto no concordaba con un ser elegido. ¿Cómo el hijo de Dios era
asediado para matarlo? Su Madre y su Padre permanecieron siempre vigilantes y a
la escucha de Dios que les instruía cómo debían vivir. La pobreza se hizo su
misión favorecedora que ayudó a que la familia permaneciera unida en el amor,
la sumisión y el arrojo con el que encaraban la vida. La espiritualidad
profunda que había en la familia manifestaba siempre una perfecta comunión con
Dios, el creador. Pero si bien recordemos que el unigénito era parte ya de la
misma deidad, existente desde antes de la encarnación que se hizo hombre para
dar testimonio del amor de un Padre, que está dispuesto a sacrificar lo más
preciado, por dar al Mundo la alegría de reencontrarse con sus hijos perdidos,
pródigos, que eran arrancados de la gracia por la desobediencia. Es ahora cómo
se junta la familia y a base de esfuerzo van dejando sustento de que las
limitaciones no existen cuando el amor es grande. Se enaltece la lucha y se
tiene por bien asegurada la vida con las buenas obras. La caridad, el amor, la
lucha por un Mundo mejor, el sacrificio y la honestidad con que se condujeron
en su vida los hizo partícipes de la alegría más grande de darle al Mundo la
felicidad de un augurio que redituara la salvedad. Esta salvedad se vio
engrandecida por el sacrificio que hicieron como familia humana que basa sus
lazos de amor en la justicia, la equidad y la pureza de un corazón sano,
incorruptible que no pudo ser desprovisto nunca de la gracia. Esta gracia que
acompañó siempre a María, su pureza virginal y la unión casta con su amado
esposo le dieron el triunfo a un hijo que nunca fue desprovisto de su potestad
en ningún momento cuando triunfó sobre la muerte. Dando sentido a la gracia que
constituyó la batalla final sobre el demonio.
El demonio
no puede romper el vínculo de amor, cuando éste se encuentra puro, dócil a
Dios. La pureza virginal de los tres, Jesús, María y José lograron derrotar al
pecado que fue puesto a prueba durante diferentes circunstancias. Cuando se une
la humildad y la pureza el vínculo que se crea alrededor de esa familia no se
puede derrotar. La unión se fortalece con la Comunión con Dios y se disipa solo
si se rompe el vínculo que lo fortalece y que se llama fidelidad.
Por eso
mismo, en las tribulaciones y en la vida el amor rompe toda barrera contra el
odio. Se hace el lazo más fuerte y la posibilidad de destruirlo es nula. Hoy
sabemos que como modelos de vida en la familia el vínculo que fortaleció esta
unión entre Jesús, María y José fue la libertad del alma que fue sometida a la
voluntad del Padre y en su misión purificadora derrotaron la adversidad con el
esfuerzo de una vida noble, justa y llena de gracia. La fortaleza con que se
vieron en la vida les dio la garantía de verse inmersos en la voluntad del
Padre que dispuso así la batalla para derrotar al mal.
Cuando la
familia permanece unida en el amor la barrera del mal se rompe por completo y
se triunfa por, sobre todo. El dolor y el sufrimiento se hacen pasajeros cuando
la vida te retribuye el amor del Padre que te invita a permanecer en armonía.
La paz que albergaban los tres, Jesús, María y José derrotaba todo motivo de
tribulación que fuera previsto por su enemigo que deseaba derrotar la vida y
destruirla.
Hoy es
motivo de alegría poder considerar que la familia es el vínculo del amor del
Padre hacia sus hijos. La creación fue formada para amar. La libertad se le dio
al hombre para conocerse a sí mismo y tener voluntad sobre las cosas que se le
dieron. Pero la vida le dejó la unión de un amor grande, que es transmitir la
nobleza de un Padre que por amor dio a su hijo al Mundo para salvarlo.
Hoy María y
José son reconocidos por la Iglesia cómo símbolo del amor, que lucha a través
de la adversidad por cumplir su obra misional y terrena. Donde el amor hacia
los hijos se demuestra con constancia, afabilidad, demostración de gestos
nobles y una educación que enriquezca su vida con el ejemplo. Donde el triunfo
de sus corazones se deba a la constancia en permanecer unidos a Dios cumpliendo
con la virtud de amarlo por encima de todo. Quien tiene amor enaltece la obra
de la creación que fue hecha para vivir felices, en armonía y con la ayuda
divina.
La
espiritualidad se manifestó en ellos y nunca pudo ser derrotada de manera que
podemos asegurar que la pureza virginal de María y su Inmaculada Concepción
rompen la barrera contra el mal, el enemigo perverso de la humanidad, que quiso
acabar con ella y no pudo por ser perfecta, llena de virtudes y una gracia que
generaba siempre una comunión con Dios que no pudo nunca ser derrotada.
La
naturaleza del hombre hoy en día ha perdido la virtud de amar. Volvamos al amor
que acaricia al Padre. Ese que vino a traer la dicha de reconocerse como sus
hijos a través de la perpetua obra manifiesta del sacrificio salvífico que hizo
que su Hijo derrotara la muerte que trae el pecado. Cuando la muerte es
derrotada, la alegría de vivir es esa, la esperanza de permanecer unidos, en
plenitud, con constancia y sujetos a la voluntad divina que ayuda a mejorar la
vida y a ser merecedores de esa unión que fortalece la comunión y nos entrega
la herencia paterna de la vida nueva y eterna.
Vivamos en
la alegría de recibir la herencia que nos trajo el triunfo sobre la muerte.
Hagamos de nuestra vida un símbolo de comunión con Cristo y su Madre amorosa
que nos ayudan a fortalecer la armonía y a vivir de acuerdo a la voluntad
divina. La palabra es enriquecedora y la comunión con Dios permite que la vida
se llene de gracia. La gracia se necesita para vivir de acuerdo a la fe que nos
enseña que sin Dios no somos nada y que cuando en nuestro corazón vive es
porque el amor habita. Dejémonos amar por él y permitamos que el ejemplo de la
Sagrada familia nos ayude a luchar en esta vida difícil, donde extraviarse es
fácil si no reconocemos que para vivir necesitamos estar unidos a él.
Amén
Jesús
Misericordia Divina
¡Pequeños
hijos míos!
El
vínculo perfecto entre Dios y sus hijos es el amor. Cuando se ama se llena de
paz y se fortalece el alma. El corazón de un hijo amado rebosa de felicidad y da
sustento de que las obras del demonio se destruyen con el amor. Ámense y
disfruten de la vida siendo siempre fieles a las enseñanzas que recibieron
desde niños que se sustentan en el respeto.
Con el
amor de siempre me despido y les pido que no olviden que para amar necesitan a
Dios. Amén
María
Santísima del Corazón Inmaculado
✤ ✤ ✤ Dominus es vivus.
Gloria in excelsis
Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
