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Mensaje del Viernes 01 de Febrero del 2013


EL DOLOR, EL SACRIFICIO, MISTERIO SALVÍFICO.

Viernes 01 de Febrero del 2013.        Tabernáculo   6:35 p.m.

¡Mis hijos amados!
¿Cuántos de ustedes están dispuestos a luchar por mi causa? Yo he venido al Mundo, haciéndome hombre y por Amor a él padecí abundantemente. Llevo la Cruz del Calvario y padezco aún por ustedes. El amor que yo les doy es para que manifiesten a otros que yo soy Dios, morí por ustedes y sigo padeciendo los peores tormentos por la ingratitud de las almas que me abandonan. Mi profundo dolor se los doy, llévenlo al Mundo, particípenlo y digan a otros que anhelo que vuelvan a mí. Cuando el dolor se participa hace que la maldad perezca. Si ustedes vienen a mí y me dicen que lave sus culpas yo tomo el dolor que padecen y lo transformo en gracias que los hacen dóciles a mí. Yo lo tomo y lo transformo en bienes espirituales que santifican. Imploren por el Mundo ofreciéndose como Holocaustos vivos. Quien por mí padece es cobijado por mí. El dolor ofrecido repara, da vida, santifica, ilumina a otros. Cuando se da por voluntad propia no amarga, sino da alegría. Quien así se da manifiesta que yo vivo y sufro por amor. Es el amor que permite el dolor, pero ya no es un dolor vano, sino que provee.
Mi misión salvadora se basó en el Sacrificio Perpetuo que ofrecí por todos ustedes para que conocieran que por amor se padece y por amor se purifica. El pecado perece cuando el dolor se ofrece con profundo amor. El sentido de la vida es ese, sufrir por amor, encontrando la alegría de vivir en mi presencia. La profundidad y el valor que se le da al sufrimiento permite que reconozcan el Misterio Salvífico que hice por ustedes. Hoy quiero que conozcan que aún es tiempo de reparar por el Mundo. Ofrezcan el dolor que padecen por la salvación de las almas. Quien así lo hace, recibe de mí mi Majestuosa Presencia. Al ahondar en la Fe reconocen que yo soy Dios, quien padecí por ustedes, por amor, justificando mi sacrificio para que pereciera la maldad. Este sacrificio salvífico es otorgado a ustedes por voluntad de mi amado Padre que quiso dar Luz abundante a todos ustedes. Yo soy la Luz, el Camino, la Verdad, quien me sigue recibe la herencia de mi Padre que es la Vida Eterna.
La mortandad de las almas se debe hoy en día a que no reconocen que Yo soy Dios y que vengo pronto a limpiar la inmundicia. Hoy les pido que se ofrezcan como holocaustos reparadores como yo lo hice. La diferencia es que yo tomo el dolor de ustedes y les doy la paz. Esa paz que viene de mí y nadie la puede dar. Cuando les doy mi paz ustedes comparten el amor profundo que les otorgo dando caridad. Al condolerse del pobre, del huérfano, el Mundo se transforma. Por eso hoy quiero que sepan que quien se da restablece por amor a mí. Ámense, dense caridad fraterna. Mi infinito amor les doy. Tomen las armas espirituales y busquen un Mundo mejor. Los amo y les digo que estén preparados pues vengo pronto. Amén.
Jesús Misericordia Divina.

¡Mis amados niños pequeños!
Hoy quiero que conozcan oportunamente que les otorgo la fortaleza necesaria para que ustedes permanezcan unidos a mí. El Mundo desprovisto de valores, el detrimento humano, la lejanía a la presencia de Dios hace que el Mundo padezca. Cuántos de mis niños pequeños abandonados, lejanos al conocimiento de Dios, huérfanos, pobres y distantes de mí porque no me conocen. Hoy les pido por ellos para que los conduzcan a mi regazo maternal. Quien conoce a Dios no se pierde. Hoy mi hijo les hace un llamado, confórmense en Legiones Marianas y juntos imploremos por el Mundo. Prediquen con el ejemplo, sean humildes como yo. No desoigan mis clamores, pues yo que soy su Madre estoy sufriendo mucho por el Mundo que padece. Es tiempo de reformar el Mundo. Búsquense, confórmense y en comunión conmigo oremos para que mi Padre amado les provea de lo necesario y sean salvos. Los amo e imploro por ustedes a cada momento. Vengan a mí y consolemos a mi Padre amado para que no caiga en ira. Amén.
María Santísima del Corazón Inmaculado.

Dominus es vivus.  
Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis.



Colosenses 1:24
Ahora me alegro de lo que sufro por ustedes, porque de esta manera voy completando, en mi propio cuerpo, lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo.


Romanos 6:5-8
Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado.  Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado.  Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. 


Colosenses 1:11-14
 Pedimos que él, con su glorioso poder, los haga fuertes; así podrán ustedes soportarlo todo con mucha fortaleza y paciencia, y con alegría darán gracias al Padre, que los ha capacitado a ustedes para recibir en la luz la parte de la herencia que él dará al pueblo santo.  Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos llevó al reino de su amado Hijo, por quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados.


Salmo 22:23-24
Ustedes, los que honran al Señor, ¡alábenlo!
¡Glorifíquenlo todos los descendientes de Jacob!
¡Adórenlo todos los descendientes de Israel!
Pues él no desprecia ni pasa por alto
el sufrimiento de los pobres,
ni se esconde de ellos.
¡Él los oye cuando le piden ayuda!


Juan 3:16-17
 El amor de Dios para el mundo
Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.  Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.


Juan 14:6
Jesús le contestó:
—Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre.


1 Corintios 13:4-7
Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.  Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.


2 Corintios 1:3-4
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene compasión y el Dios que siempre nos consuela.  Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotros. 

Apocalipsis 22:12
Sí, vengo pronto, y traigo el premio que voy a dar a cada uno conforme a lo que haya hecho.


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